Villar Del Pozo
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Cuenta con una población de 100 habitantes, su término municipal tiene una superficie de 13,23 kilómetros y su casco urbano se encuentra a tan solo 500 metros del aeropuerto central de Ciudad Real.
Limita al Sureste con Ballesteros de Calatrava, al Suroeste con Cañada de Calatrava y al norte con la provincia de Ciudad Real.
Los primeros asentamientos de la villa, en zonas conocidas como El Lutero y en las ruinas del Castillejo, se remontan a la Edad de Bronce, donde se han encontrado hachas y puntas de flecha que datan de ésta época. También se han encontrado restos de la Edad de Hierro, en los alrededores de las Piedras del Miradero.
De la época romana o prerromana se tiene conocimiento de varios asentamientos en lugares cercanos al municipio, la Halconera, Paluzar, Gollizno, Cantorales,….., hecho que se explica al encontrarse geográficamente situado entre tres famosas ciudades romanas, la de Oretum (Granátula de Calatrava), Carcuvium (Caracuel de Calatrava) y La curis Oretanorum (Alarcos).
La primera referencia documental que tenemos de este pueblo es la escritura de donación del mismo a la Orden del Hospital, o de San Juan, efectuada en 1226 por los que, entonces, eran sus propietarios (y quizá también sus primeros pobladores) los ricohombres Alfonso Téllez, García Fernández y Ordoño Álvarez.
Durante la época musulmana perteneció al Califato de Córdoba y fue lugar de paso de grandes Emires como Abderraman II, III y Mamad I.
En el siglo XI pasa a depender de Toledo, cristianizándose posteriormente en el siglo XII con la Reconquista. Desde la citada población toledana, inició la Orden de San Juan la colonización del territorio manchego que le pertenecía. Así, en 1228, recibía Villar del Pozo su carta puebla, no sabemos si con el aforamiento consaburense.
Pero, tal vez por su situación, la nueva población no prosperó tanto como se esperaba, por lo cual el Priorato de que dependía la desatendió. Esto explica el hecho de que el rey Alfonso X, el Sabio, al fundar Villa Real (hoy Ciudad Real) en 1255, incluyera en su delimitación territorial, la aldea de Villar del Pozo: “…Et do a esta villa sobredicha que aya por aldeas e por termino Çuheruela e Villar del Pozo e la Figueruela e Poblet e Alvala, con todos sus terminos yermos e poblados…”, etc. (Carta puebla de Ciudad Real. Burgos, 20 de febrero de 1255).
Durante el siglo XIII, el Rey Fernando II, El Santo, dona Villar del Pozo a Don Alfonso Téllez y D. García Hernández, que a su vez lo donan a Don Ordoño Álvarez el 6 de enero de 1226, en Toledo. En Burgos, hacia el año 1250, Doña Urraca Fernández y Don Rodrigo Álvarez, esposa e hijo de Don Ordoño Álvarez, venden Villar del Pozo a Don Fernando Ruiz, comendador Mayor de la Orden de San Juan, por 2.400 maravedíes vulgares, y donde la citada Orden fundaría una Encomienda.
La inclusión de Villar del Pozo en el territorio de Villa Real motivó un pleito resuelto finalmente a favor de la Orden y así, el 25 de diciembre de 1289, obtenía el reconocimiento judicial de sus derechos sobre la villa. Sin embargo, hasta mediados del siglo XIV y debido a las sucesivas negativas que presentó el Concejo de Villa Real a desprenderse de su aldea, la Orden no lo logró incorporar este enclave a su territorio.
A partir de 1875, Villar del Pozo se incluyó en la diócesis “nullius” de Ciudad Real, y en la provincia de este nombre desde 1833. No obstante, la vinculación afectiva con la Orden militar que la pobló y, probablemente, la hizo villa, permanece todavía: Villar del Pozo celebra a San Juan Bautista como su patrón.